jueves, 1 de noviembre de 2012

Adios...


El océano, el viento, la noche, las estrellas, mientras cierro los ojos siento como si alguien me acariciara, su calidez, su gentileza, su amor.

Sabia que era ella, esa mujer que amé hasta sus últimos días, y con mi sonrisa me despedí y después vinieron largos días  meses y años de dolor, de soledad, de oscuridad, recordando los tiempos felices, soñando con un futuro junto a ella. Gentil, hermosa, alegre, sus labios cálidos,  sus suaves manos, sus ojos llenos de vida, una vida corta, que, en un instante se apagó, de la misma forma que el viento apaga una vela.

Y así, permaneciendo a la oscuridad de la noche, me encontraba, allí junto a ella, podía sentir su calor, pero añoraba sus ojos, su olor, sus labios, y de esta forma el sol iba apareciendo por detrás del océano  del mismo modo que su esencia iba desapareciendo, mi último recuerdo de ella, esa alma sola que vino hacia mi para decirme "Sigue".

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