Era una linda mañana en
París, un chico rubio se despertaba lentamente en una habitación oscura, tenía
los ojos rojos, se pasó buena parte de la noche llorando como un niño pequeño,
sabía qué hacía lo correcto, pero su corazón dolido y solitario, añoraba
profundamente a esa chica que tanto ama, a su querida hermana ¿Qué estará
haciendo ahora? Esa era la pregunta que se repetía constantemente en su cabeza.
Se levantó de la cama y se dirigió al baño, se horrorizó al ver su rostro en el
espejo, no parecía él, su color de piel era más blanca del habitual, sus ojos
rojizos transmitían el cansancio y la tristeza que reinaba en su ser, y si por
si fuera poco tenía unas ojeras inmensas ¿Era realmente él? Se frotó los ojos y
se vio de nuevo, si sin duda ese era él, delante suyo aparecía la figura de un
chico desolado, que vagueaba por el mundo sin un rumbo, sin ningún destino al
cual dirigirse, sin ningún sueño. Regresó a aquella habitación oscura dónde había
pasado su peor noche, la única testimonio de sus llantos, de sus quejas. Abrió
la ventana, una brisa fría pero agradable, rozó el rostro cansado de Len, cerró
los ojos por unos instantes, i disfruto de esa amable brisa. La primavera ya
estaba cerca. Ya se podían oír perfectamente el murmullo de la gente que paseaban por las calles de la
gran ciudad del amor y de la luz, nunca se hubiera imaginado, que alguien como
él terminaría en un lugar como ese, pero ahora esa ciudad para Len, era su
escondite, el lugar donde se refugiaría bastantes años de su vida con el deseo
de que Rin algún día consigue ser feliz,
con alguien que la merezca más que él. De repente en su mente le vino la cabeza
unas palabras de su querida gemela “Len tendrías que tener más autoestima, así
nunca ligarás” y al acabar de decir esa frase le guiñaba el ojo, era tan linda,
esos ojos hipnotizantes que lo hacían volver loco, hasta tal punto de cometer
el peor pecado que puede llegar a existir
en este mundo, cruzar la barrera entre lo que está bien y lo que está mal.
Le duele la cabeza,
siente su cuerpo muy pesado, no quiere abrir los ojos, ni tampoco pensar en esa
llamada, aquél chico que tanto deseaba huyó de su lado, es un cobarde, siente
rabia hacia él, pero no puede evitar seguir amándolo, ese chico, ese rubio, ese
amor, su amor ¡Él era suyo! ¡Siempre lo fue! ¿Por qué de repente todo cambio?
¿Tan malo era lo que sentía? ¿En este mundo quien puso las reglas? ¿Y porque
las tenemos que seguir? Odio este mundo… La rabia y la tristeza crecían
rápidamente en el alma adolorida de Rin, sabía que no podía cambiar lo
sucedido, pero ella luchara, luchara… no está muy convencida de que sea capaz.
De repente todos sus pensamientos fueron interrumpidos por una voz familiar,
con gran esfuerzo, abrió los ojos, y allí estaba su amiga Gumi ¿Pero qué hacía
ella aquí? Ah sí… ya se recuerda, regresó ayer cuando todo en su pequeño mundo
era perfecto, deseaba reencontrarse con ella y darle un fuerte abrazo, pero
ahora no tenía ganas de nada, ni siquiera estaba emocionada por encontrarse su
amiga que hacía tanto que no veía. La chica del pelo verde se acercó a ella y
le dio un beso en la frente, era dulce y cariñoso, sabía que estaba preocupada
por ella, pero desconocía completamente que fue precisamente Gumi, quién ayudo
a su hermano a salir de su vida, si lo descubriera, la actuación de Rin, sus
sentimientos, toda su alma terminaría rota a pequeños trocitos que nadie podría
volver a juntar, pero desconoce aún tantas cosas. Algo inminente se acerca
rápidamente, y la vida de esa chica, tan placible y tranquila durante sus
dieciséis años de edad, cambiarían en cuestión de segundos, los próximos
acontecimientos tendrán que ser afrontados por la chica del pelo rubio, y
tendrá que demostrar su verdadera valentía y también su verdadera fuerza. La
verdad es muy dolorosa, y ella lo descubrirá en muy poco tiempo.
Gumi miraba fijamente el
rostro cansado y triste de su amiga, alguien tan inocente como ella consiguió
conquistar su corazón de la manera más inexplicable, lo que en principio era
una misión, ahora se convirtió en una verdadera amistad, pero sabe que algún
día tiene que confesarle todo su pasado, un pasado oscuro, pero que ya terminó.
Los ojos de la pequeña Rin observaban el techo como si allí hubiera algo que realmente
deseaba, el reencuentro con ella no era precisamente el que esperaba, Gumi se
quedó sorprendida pero sobretodo preocupada al ver a su amiga en medio de esa
tormenta, tirada al suelo como un perro muerto, nadie le hacía caso, la gente
pasaba por su lado ignorándola, en esta sociedad no hay ni dignidad ni
solidaridad. Rin le cogió la mano, la chica del pelo verde la miró tiernamente,
esperando que de su pequeña boca salieran algunas palabras, pero simplemente
sonrío tímidamente y volvió a cerrar los ojos, dejó su mano y se durmió de
nuevo, o eso era lo que creía la chica de los ojos verdes. Se levantó de la
silla, donde durante horas contemplaba el bello rostro dormido de Rin, y se
dirigió a la ventana, desde ayer que no ha parado de llover, ese tiempo no le
daba muchos ánimos, se sentía culpable por alejar a Len de Rin, y por estar a
punto de traicionar de nuevo a Miku, se prometieron no contar nunca su secreto
a aquella chica tan inocente , pero debe hacerlo, corre el riesgo de que nunca
le dedique una de esas hermosas sonrisas, pero tiene que saber la verdad, con o
sin el apoyo de la chica del pelo azulado. Se dirige a su escritorio, dónde se
encuentra su móvil, tiene 2 mensajes, el primero era publicidad, y el segundo
de Len, ya había llegado a París, y dice que es una ciudad hermosa, que no le
extraña que Gumi hubiera pasado tanto tiempo en ese hermoso lugar, pero que
todo y así sabía que le faltaba lo más importante, se despedía con un beso y un
ya nos veremos. La chica del pelo verde sonrío tristemente ¿Por qué tuvo que
llegar en la vida de esos dos chicos? ¿Por qué ella tiene que hacerlos sufrir
tanto? Quiere desaparecer y no reencontrarse nunca más con ellos, pero no tiene
la suficiente fuerza para hacerlo, los ama demasiado. Mira fijamente al móvil y
reflexiona unos instantes, debería llamar a Miku, y tendría que contarle su
plan, el de confesar la verdad, seguramente se opondrá pero ella lo debe de
hacer, y también necesita liberar una parte de ese gran sentimiento de
culpabilidad que la atormenta diariamente.
Después de leer y releer
su escrito aún no le termina de convencer, esas redacciones para el instituto
realmente las encuentra estúpidas y sin sentido alguno ¿Qué objetivo pretenden
los profesores hacerles hacer este tipo de trabajos? Nada. Se deben aburrir
mucho. Miku se encontraba delante del ordenador, luchando contra una redacción,
quiere que le quede perfecta, ella lo hace todo perfecto, sin errores. Ahora
parece estar más animada, después de escribir su pasado, o al menos una parte importante
de él, ella se encuentra más relajada,
incluso consiguió dormir unas horas, esa tarde de sábado realmente era triste,
miro varias veces por la ventana con el deseo de que aquella lluvia parara,
pero nada, llovía y llovía y sin
intención de detenerse ¿Dónde están esos días primaverales, donde el sol es
cálido, y una hermosa brisa acaricia el rostro de las chicas? La primavera la
época de más recuerdos, hacia poco más de dos años que llegó a Japón, con un
solo objetivo, conocer y hacerse amiga de Rin ¿Qué tendrá esa chica tan de
especial para que Gumi le haya cogido tanto cariño? Aún recuerda esa
conversación en la playa, cuando le confesó que realmente la quería, se había
convertido en alguien muy importante para ella, pero en cambio para Miku, Rin era
una simple cría que no sabía vivir la vida por sí sola y siempre dependiendo de
los demás, que diferentes son. De repente sintió que algo le vibraba en el
bolsillo del pantalón, era su móvil, se sorprendió al ver quien la llamaba, no
era ni más ni menos que Gumi ¿Qué querrá ahora?
Paseaba por las
diferentes calles de Paris, realmente son hermosas, esa mañana era muy bella,
el canto de los pájaros lo tranquilizaba, le daba algo de paz, aunque su mente
estaba ocupada por una chica ingenua, pero segura de sí misma, la quiere ver y
abrazarla, pero sabe que no puede, ahora solo se tiene que centrar en una sola
cosa, habituarse en su nueva rutina, en su nueva ciudad, Japón y las personas
que vivían allí eran parte de su pasado, era eso lo que quería creer, pero era
completamente consciente de que Rin permanecería mucho tiempo en su mente,
ocupándola al cien por cien ¿Cómo podría vivir con esa angustia? No lo sabe,
solo tiene que dejar que el tiempo le curé las heridas, esas heridas tan
profundas. Llegó a un mercado, estaba lleno de gente, apenas se podía andar con
facilidad, pero le gustaba el ambiente que le rodeaba, oía a las vendedoras
gritando algo en francés, madres que iban detrás de sus hijos para que no se
perdieran, y algunas parejas intentando pasear con tranquilidad por aquel
mercado lleno de gente, era raro encontrarse allí para él, y aún más raro que
se sintiera a gusto, ya que siempre fue el chico solitario de la clase, que
nadie quería pero que siempre miraban, y la única que sin vergüenza estaba cerca
de él, era Rin, otra vez esa chica ocupaba su mente ¿Cuándo durara todo esto?
Si mi pasado hubiera sido
diferente ¿Que habría sido de mí? ¿Sería más fuerte o más débil? Nunca voy a
saber la respuesta, porque el pasado es algo intocable, algo sucedido, algo
imposible de cambiar. Mi corazón se agita se siente estancado, encerrado en una
bola de cristal, dónde yo, prisionera, cansada de luchar, me limito a observar
como la vida transcurre, supongo que tengo la esperanza de que alguien rompa mi
cárcel y me de la mano para poder descubrir un nuevo mundo. Rin abrió los ojos
con esas frases en la cabeza, no entiende el significado de estas, pero sabe
que le conducen a algo incierto y desconocido. Sentada en la cama donde minutos
antes estaba en el reino de los sueños, lugar dónde le gustaría quedarse para
toda la eternidad, pero sabe que todos los sueños tienen un fin y una hora para
regresar a la realidad, una realidad odiosa. Ahí, esa pequeña figura solitaria
sentada en esa cama blanda observaba esa habitación desconocida, con las
fuerzas recuperadas se levantó y empezó a abrir y cerrar cajones y armarios,
mirando atentamente cada uno de los detalles de esa fría habitación de hotel,
en ese momento vio como algo vibraba en el escritorio, se acercó rápidamente y
allí estaba, el móvil de Gumi, sabía que estaba mal espiar, pero todo su cuerpo
se quedó paralizado al ver el nombre del emitente, era Miku, no podía ser…